
Esta vez hablaré de esta poco conocida adaptación de la novela corta de W. Somerset Maugham. La historia es por demás simple. En el Londres de 1923 el médico bacteriólogo Walter Fane (Edward Norton) conoce a Kitty (Naomi Watts). Él es tímido, inteligente y algo presuntuoso. Ella es una “niña” (sobrepasa los 25 años) mimada que solo quiere huir de su madre, quien ha perdido toda esperanza de casarla. Por razones de trabajo se mudan a Shanghai, donde ella se muere de aburrimiento. Es ahí donde conoce a Charlie, emblema del playboy cosmopolita que rápidamente la seduce. Al enterarse de la infidelidad, Walter fría y estoicamente se ofrece como médico voluntario en Mei-Tan-Fu, un pueblo con la peor epidemia de cólera en mucho tiempo. Su intención es castigar a su esposa (al casarse con ella ingenuamente había pensado que con el tiempo ganaría su amor) pero sobretodo buscaba su propia muerte. Se despreciaba a sí mismo “por algún día haberse permitido amarla”. Su estancia en esa pequeña choza, al borde del centro mismo del contagio se vuelve algo más que una mutua indiferencia. Ante la inminencia de la muerte, cada uno vive su día pensando en lo inmediato, en lo necesario. Ocurre aquí una transformación que en otros actores menos hábiles parecería una farsa. Casi sin advertirlo, ella reconoce el extenuante trabajo de su marido con los enfermos y los niños; él está demasiado cansado para alimentar su desprecio por ella, y en las noches de tedio observa la soledad de Kitty, su fragilidad, su mirada que suplica ser perdonada. Con un profundo conocimiento de las pasiones humanas, Maugham y Curran (director) nos muestran dos personajes fragmentados, autoinfligiéndose dolor en busca de que el otro termine con esto: salvación por el amor o por la muerte. Pocas veces el slogan de la película encaja a la perfección. “En ocasiones no hay viaje más grande que la distancia entre dos personas”. La brecha se cierra cuando Kitty le recuerda a Walter que “es tonto ver en las personas atributos que nunca han tenido”. En otra escena ella toca al piano una canción que Walter escucha, extático, pues es una melodía que atraviesa todos sus recuerdos, los une y suaviza y vuelve todo algo íntimo y familiar: el primer baile con Kitty, su traslado a Shanghai y hasta sus horas en silencio juntos en la aldea. El perdón llegó mucho tiempo antes y ellos se pueden amar en la húmeda noche por primera vez pues acaban de reconocerse y su mirada refleja el amor y la sorpresa del otro y la distancia entre dos seres nunca ha sido más irreal.
¿Es el amor un deber? “Deber -nos dice un personaje de la película- es lavar los platos todos los días. Pero cuando el amor y el deber son uno solo, la Gracia está contigo”. Walter y Kitty han encontrado esta efímera armonía en el lugar menos esperado.
2 comentarios:
suena muy interesante esta pelicula, por que no tiene la misma trama que por lo regular tienen las demas peliculas
Yo ya vi esa pelicula y esta muy buena por que no es cursi ni predecible yo tambien la recomiendo!
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